viernes, 14 de diciembre de 2007

SUSPENSIÓN EN EL DESCANSO

Saludos a todos.
Hay mucha tela que cortar en el artículo que empiezo ahora a escribir. La semana que hemos pasado ha sido una de las más nefastas de los últimos años: durante la misma han salido a la luz pública las quejas de la plantilla por las deplorables condiciones en que tienen que ejercitarse y ha acabado con el colofón de los grotescos incidentes de este pasado domingo con la agresión al colegiado menorquín Bosch durante el descanso del partido contra el Binissalem.
Lástima que nuestro nombre siempre tiene que aparecer en los medios de comunicación para malas noticias pero también es cierto que somos nosotros mismos los que nos ganamos a pulso dichas noticias. No miremos alrededor y echemos culpas a diestro y siniestro de nuestra situación: es una situación en la que nos encontramos en gran parte, en la principal parte, por nuestra propia culpa. Todo es una cuestión de cometer errores: se han cometido muchísimos errores en el pasado y se siguen comentiendo ahora y es esto lo que ha llevado a nuestro club a la situación en la que se encuentra ahora.
Son muchas cosas que uno tiene que ver y padecer y todas ellas sumadas van produciendo males profundos. Si empezamos con la situación de nuestra afición ahí tenemos la explicación de todo: ¿cuánta gente acude a ver los partidos? ¿qué grado de unión existe entre la directiva y la afición? ¿cómo cuida la directiva de sus aficionados? ¿qué grado de implantación social tiene el club? ¿qué está haciendo el club con su fútbol base? ¿qué pasa con el Estadio Balear? ¿se va a permitr ver cómo se va desmoronando poco a poco para vergüenza de toda la ciudad de Palma? ¿qué comportamiento ejemplar tiene una directiva que se dedica a fichar jugadores que no puede pagar?
Pero vayamos a lo concreto y comentemos lo que pasó el pasado domingo: la tarde empezó muy bien con los primeros veinte minutos mejores de la temporada de nuestro equipo. Con un juego rápido, vertical, fresco se comió al Binissalem. A los tres minutos llega el gol de Bruno tras rematar de cabeza en el área pequeña una falta lanzada desde el lado derecho del ataque. Todo de perlas. El Binissalem empezó a despertar a partir del minuto veinte aproximadamente y buscó la portería contraria con un juego abierto que hacía que el partido que se estaba viendo fuera entretenido. En estas estábamos cuando llegó la jugada que provocó todo el jaleo. En un balón por alto se comete una clarísima falta a Pascual que, como consecuencia de la misma, pierde el balón que llegó rechazado a un jugador del Binissalem y marcó el gol del empate. Era el minuto 44 de la primera parte. El árbitro concede el gol sin tan siquiera consultar con su juez de línea a pesar de las protestas de los jugadores blanquiazules y de todo el público en general. Pésimo el colegiado. Nuestros jugadores rodean al árbitro y le increpan. Ello no deben hacerlo, pero lo hacen y el central Bruno es expulsado por sus protestas. Tampoco debe Bruno protestar ni faltarle al respeto al árbitro por muchas ganas que tenga de hacerlo. Un jugador como él, de 30 años, que no es ningún juvenil, tiene que saber que lo que hay que hacer en un caso como éste y viendo que el árbitro no va a cambiar su decisión es callar, guardarse la rabia y volcarla en el terreno de juego, ganar el partido y al árbitro que le den morcilla.
Tras los minutos de alboroto con las protestas de los jugadores y el cabreo de la grada, se saca de centro y ni siquiera da tiempo a que el balón ruede diez metros. Final del primer tiempo. La gente indignada, yo como el que más. Un grupo de unos veinte energúmenos se aposta en la salida del terreno de juego hacia los vestuarios dispuestos a calentar un poco al árbitro para ver si así se le aclaraban las ideas. Ese comportamiento es más propio de gorilas o de orangutanes que de personas civilizadas que viven en el año 2004. A ver cuándo entenderá la gente que no hay justificación posible para agredir al árbitro y mucho menos físicamente. Que el fútbol no es más que un juego, una fiesta, en la que el árbitro, mal necesario, participa, juega y, aunque lo ideal sería que no afectara al resultado hay muchas veces en que es así porque los árbitros son humanos y se equivocan. Decía Cruyff que el fútbol es un juego de errores y que gana el que menos errores comete. El árbitro se equivocó y nos perjudicó pero, pensemos, por favor: no pasaba nada, quedaba toda la segunda parte. Si Bruno se hubiera callado no hubiera sido expulsado y nuestro equipo, si hubiera volcado la rabia en el campo, hubiera ganado el partido en la segunda parte y nadie se hubiera acordado del impresentable del árbitro. Lo de impresentable lo justificaré al final del comentario.
Lo de la agresión es injustificable. Pero hay que decir que el árbitro no fue prudente porque yo no hubiera entrado entre aquel gentío de exaltados. Hubiera esperado en el centro del campo el tiempo necesario para que la situación se calmara y luego hubiera entrado en el vestuario. Que no se piense por un momento que estoy echando culpa alguna al árbitro de que fuera agredido, nada más lejos de mi intención. Sólo me limito a decir que me pareció imprudente lo que hizo.
Pero, si son ciertas unas declaraciones que he leído en un medio de comunicación, el señor Bosch es un MENTIROSO. Dice el sujeto, que ojalá no vuelva a pisar nuestro campo, que no podía sacar la cabeza del vestuario porque le escupían y le tiraban cosas. Pues yo le digo que no, que no fue así, que es usted un EMBUSTERO. Sólo estaban miembros de nuestra directiva fuera del vestuario y su comportamiento fue ejemplar en todo momento. La preocupación por lo sucedido se reflejaba claramente en los rostros de todos ellos y no había ningún tipo de alteración nerviosa ni de pérdida de papeles ni nada parecido. No estaban exaltados como parte del público sí lo estaba.
En fin, que condeno enérgicamente lo sucedido, que hemos tenido mucha suerte de que no se nos diera el partido por perdido y que lo mejor y más sensato que pueden hacer nuestros chicos en los segundos 45 minutos que se disputarán a puerta cerrada es ganar el partido para restregárselo por la cara a este impresentable de Bosch.
Cuando parecía que todo estaba encarrilándose han llegado la goleada encajada en Ciutadella, las quejas de la plantilla y el esperpento del domingo. En fin, a esperar tiempos mejores.
Hasta otra. Salud.